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Science of Self Realization - La ciencia de la autorealización -
<< Foreword >> << Prólogo >>
| From the very start, I knew that His Divine Grace A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupāda was the most extraordinary person I had ever met. The first meeting occurred in the summer of 1966, in New York City. A friend had invited me to hear a lecture by "an old Indian svāmī" on lower Manhattan's Bowery. Overwhelmed with curiosity about a svāmī lecturing on skid row, I went there and felt my way up a pitch-black staircase. A bell-like, rhythmic sound got louder and clearer as I climbed higher. Finally I reached the fourth floor and opened the door, and there he was.
| | Desde el mismo comienzo, yo sabía que Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupāda era la persona más extraordinaria que yo jamás hubiera conocido. El primer encuentro ocurrió en el verano de 1966, en la ciudad de Nueva York. Un amigo me había invitado a oír una conferencia que iba a dictar “un anciano svāmī hindú” en el Bowery de bajo Manhattan. Dominado por la curiosidad de ver a un svāmī dando una conferencia en un barrio bajo, fui allí, y comencé a subir a tientas por unas escaleras oscuras como la noche. Un rítmico sonido como de campanas se hizo más fuerte y claro a medida que yo subía. Finalmente llegué al tercer piso, abrí la puerta, y ahí estaba él.
| | About fifty feet away from where I stood, at the other end of a long, dark room, he sat on a small dais, his face and saffron robes radiant under a small light. He was elderly, perhaps sixty or so, I thought, and he sat cross-legged in an erect, stately posture. His head was shaven, and his powerful face and reddish horn-rimmed glasses gave him the look of a monk who had spent most of his life absorbed in study. His eyes were closed, and he softly chanted a simple Sanskrit prayer while playing a hand drum. The small audience joined in at intervals, in call-and-response fashion. A few played hand cymbals, which accounted for the bell-like sounds I'd heard. Fascinated, I sat down quietly at the back, tried to participate in the chanting, and waited.
| | A unos quince metros de donde yo me encontraba, en el extremo opuesto de un alargado y oscuro cuarto, estaba él sentado en una pequeña tarima, con su cara y su vestimenta azafrán radiantes bajo una pequeña luz. Era un hombre de edad - quizás de unos sesenta años, pensé yo - , y estaba sentado con las piernas cruzadas, en una postura erecta y majestuosa. Su cabeza estaba rapada, y su poderosa cara y espejuelos con montura de carey rojizo le daban la apariencia de un monje que había empleado la mayor parte de su vida absorto en el estudio. Tenía los ojos cerrados, y cantaba en voz baja una sencilla oración en sánscrito mientras tocaba un pequeño tambor. El reducido público intervenía a intervalos, en una forma de llamado y respuesta. Unas cuantas personas tocaban címbalos de mano, lo cual explicaba los sonidos de campana que yo había oído. Fascinado, me senté silenciosamente en la parte de atrás, traté de participar en el canto, y esperé.
| | After a few moments the svāmī began lecturing in English, apparently from a huge Sanskrit volume that lay open before him. Occasionally he would quote from the book, but more often from memory. The sound of the language was beautiful, and he followed each passage with meticulously detailed explanations.
| | Después de un corto tiempo, el svāmī comenzó a dar una conferencia en inglés, tomada aparentemente de un inmenso libro en sánscrito que se encontraba abierto ante él. De vez en cuando citaba el libro y lo leía, pero la mayoría de las veces presentaba citas de memoria. El sonido del idioma era hermoso, y él acompañaba cada pasaje con explicaciones meticulosamente detalladas.
| | He sounded like a scholar, his vocabulary intricately laced with philosophical terms and phrases. Elegant hand gestures and animated facial expressions added considerable impact to his delivery. The subject matter was the most weighty I had ever encountered: "I am not this body. I am not an Indian... You are not Americans... We are all spirit souls..."
| | Hablaba como un erudito; su vocabulario se entrelazaba en forma intrincada con frases y términos filosóficos. Elegantes gestos de sus manos y animadas expresiones faciales le añadían considerable impacto a su manera de hablar. El tema era el de mayor peso que yo jamás hubiera encontrado: “Yo no soy este cuerpo. Yo no soy hindú. Ustedes no son americanos... Somos todos almas espirituales...”
| | After the lecture someone gave me a pamphlet printed in India. A photo showed the svāmī handing three of his books to Indian prime minister Lal Bahadur Shastri. The caption quoted Mr. Shastri as saying that all Indian government libraries should order the books. "His Divine Grace A.C. Bhaktivedanta swami Prabhupāda is doing great work," the prime minister said in another small tract, "and his books are significant contributions to the salvation of mankind." I purchased copies of the books, which I learned the svāmī had brought over from India. After reading the jacket flaps, the small pamphlet, and various other literature, I began to realize that I had just met one of India's most respected spiritual leaders.
| | Al terminar la conferencia, alguien me dio un folleto impreso en India. Una foto mostraba al svāmī haciendo entrega de tres de sus libros al Primer Ministro de India, Lal Bahadur Shastri. Al pie, se citaba al Sr. Shastri diciendo que todas las bibliotecas del gobierno de India debían solicitar los libros. En otro pequeño folleto, el Primer Ministro decía: “Su Divina Gracia A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupāda está haciendo una gran labor, y sus libros son contribuciones significativas a la salvación de la humanidad”. Yo compré ejemplares de los libros, y supe luego que el svāmī los había traído de India. Después de leer el texto de las solapas, el pequeño folleto y diversas otras cosas, comencé a darme cuenta de que acababa de conocer a uno de los líderes espirituales más respetados de India.
| | But I could not understand why a gentleman of such distinction was residing and lecturing in the Bowery, of all places. He was certainly well educated and, by all appearances, born of an aristocratic Indian family. Why was he living in such poverty? What in the world had brought him here? one afternoon several days later, I stopped in to visit him and find out.
| | Pero no podía entender por qué un caballero de semejante distinción residía y daba conferencias precisamente en el Bowery. Era bien educado sin lugar a dudas, y, al parecer, había nacido en una aristocrática familia hindú. ¿Por qué estaba viviendo en semejante pobreza? ¿Qué cosa en este mundo podía haberlo traído aquí? Una tarde, varios días después, me detuve para hacerle una visita y averiguarlo.
| | To my surprise, Śrīla Prabhupāda (as I later came to call him) was not too busy to talk with me. In fact, it seemed that he was prepared to talk all day. He was warm and friendly and explained that he had accepted the renounced order of life in India in 1959, and that he was not allowed to carry or earn money for his personal needs. He had completed his studies at the University of Calcutta many years ago and had raised a family, and then he had left his eldest sons in charge of family and business affairs, as the age-old vedic culture prescribes. After accepting the renounced order, he had arranged a free passage on an Indian freighter (Scindia Steamship Company's Jaladuta) through mutual friends. In September 1965, he had sailed from Bombay to Boston, armed with only seven dollars' worth of rupees, a trunk of books, and a few clothes. His spiritual master, His Divine Grace Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura, had entrusted him with delivering India's vedic teachings to the English-speaking world. And this was why, at age sixty-nine, he had come to America. He told me he wanted to teach Americans about Indian music, cooking, languages, and various other arts. I was mildly amazed.
| | Para sorpresa mía, Śrīla Prabhupāda (como luego llegué a llamarlo) no estaba tan ocupado como para no atenderme. De hecho, parecía que estaba dispuesto a hablar todo el día. Fue cálido y amistoso, y explicó que en India había aceptado la orden de vida de renuncia en 1959, y que no se permitía llevar ni ganar dinero para sus necesidades personales. Había concluido sus estudios en la Universidad de Calcuta hacía ya muchos años, había formado una familia, y luego había dejado a sus hijos mayores a cargo de la misma y de los negocios, tal como lo prescribe la antigua cultura védica. Después de aceptar la orden de vida de renuncia, consiguió un pasaje gratuito en un buque hindú (el Jaladuta, de la compañía Scindia Steamship) por medio de una vieja amiga de la familia. En septiembre de 1965 había navegado de Bombay a Boston, provisto sólo de una cantidad rupias equivalente a siete dólares, un baúl de libros y un poco de ropa. Su maestro espiritual, Su Divina Gracia Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura le había confiado la misión de difundir las enseñanzas védicas de India al mundo de habla inglesa, y era por esto que a la edad de sesenta y nueve años había venido a América. Él me dijo que quería enseñarles a los americanos música, cocina, idiomas y diversos otros artes hindúes. Yo estaba ligeramente asombrado.
| | I saw that Śrīla Prabhupāda slept on a small mattress and that his clothes hung on lines at the back of the room, where they were drying in the summer afternoon heat. He washed them himself and cooked his own food on an ingenious utensil he had fashioned with his own hands in India. In this four-layer apparatus he cooked four preparations at once. Stacked all around him and his ancient-looking portable typewriter in another section of the room were seemingly endless manuscripts. He spent almost all of his waking hours—about twenty in twenty-four, I learned-typing the sequels to the three volumes I had purchased. It was a projected sixty-volume set called the Śrīmad-Bhāgavatam, and virtually it was the encyclopedia of spiritual life. I wished him luck with the publishing, and he invited me back for Sanskrit classes on Saturdays and for his evening lectures on Monday, Wednesday, and Friday. I accepted, thanked him, and left, marveling at his incredible determination.
| | Observé que Śrīla Prabhupāda dormía en un pequeño colchón, y que su ropa colgaba de cuerdas que se encontraban en el fondo del cuarto, donde estaban secándose con el calor vespertino del verano. Él mismo la lavaba, y cocinaba su propia comida en un ingenioso utensilio que había creado en India con sus propias manos. En ese aparato de cuatro piezas superpuestas, él cocinaba cuatro comidas a la vez. En otra parte del cuarto, unos manuscritos aparentemente interminables se encontraban apilados alrededor de él y de su máquina de escribir portátil de aspecto antiguo. Él pasaba casi todas sus horas de vigilia - unas veinte de las veinticuatro, según supe - escribiendo a máquina la continuación de los tres libros que yo había adquirido. Se trataba de una colección proyectada para sesenta volúmenes, denominada Śrīmad-Bhāgavatam, y era prácticamente la enciclopedia de la vida espiritual. Yo le deseé suerte con la publicación, y él me invitó a que regresara y asistiera a las clases de sánscrito los sábados, y a sus conferencias nocturnas los lunes, miércoles y viernes. Yo acepté, le di las gracias, y me fui, maravillándome de su increíble determinación.
| | A few weeks later—it was July 1966—I had the privilege of helping Śrīla Prabhupāda relocate in a somewhat more respectable neighborhood, on Second Avenue. Some friends and I pitched in and rented a ground-floor storefront and a second-floor apartment, to the rear of a little courtyard, in the same building. The lectures and chanting continued, and within two weeks a rapidly growing congregation was providing for the storefront (by this time a temple) and the apartment. By now Śrīla Prabhupāda was instructing his followers to print and distribute leaflets, and the owner of a record company had invited him to record an LP of the Hare Kṛṣṇa chant. He did, and it was a huge success. In his new location he was teaching chanting, vedic philosophy, music, japa meditation, fine art, and cooking. At first he cooked—he always taught by example. The results were the most wonderful vegetarian meals I had ever experienced. (Śrīla Prabhupāda would even serve everything out himself!) The meals usually consisted of a rice preparation, a vegetable dish, capātīs (tortilla-like whole-wheat patties), and dāl (a zestfully spiced mung bean or split pea soup). The spicing, the cooking medium—ghee, or clarified butter—and the close attention paid to the cooking temperature and other details all combined to produce taste treats totally unknown to me. Others' opinions of the food, called prasādam ("the Lord's mercy"), agreed emphatically with mine. A Peace Corps worker who was also a Chinese-language scholar was learning from Śrīla Prabhupāda how to paint in the classical Indian style. I was startled at the high quality of his first canvases.
| | Unas cuantas semanas después - era julio de 1966 - , tuve el privilegio de ayudar a Śrīla Prabhupāda a mudarse a un vecindario más respetable, en la Segunda Avenida. Unos amigos y yo reunimos el dinero necesario, y alquilamos el antiguo local de una pequeña tienda que daba a la calle en la planta baja de un edificio, y un apartamento situado detrás de un pequeño patio, en el primer piso del mismo edificio. Las conferencias y el canto continuaron, y al cabo de dos semanas, una congregación que crecía rápidamente estaba aportando fondos para el pago del local (en esos momentos ya era un templo) y del apartamento. Para ese entonces, Śrīla Prabhupāda les estaba dando instrucciones a sus seguidores para que publicaran y distribuyeran folletos, y el dueño de una compañía de discos lo había invitado a grabar un LP del canto Hare Kṛṣṇa. Él lo hizo, y tuvo un éxito enorme. En su nuevo local, estaba enseñando canto, filosofía védica, música, meditación de japa, bellas artes y cocina. Al principio él cocinaba - siempre enseñaba con el ejemplo. Los resultados eran las más maravillosas comidas vegetarianas que yo jamás hubiera conocido. (¡El propio Śrīla Prabhupāda incluso solía servir todo!) Las comidas por lo general consistían en arroz, verduras, capātīs (una especie de tortilla de harina integral) y dal (una sopa de guisantes o de mongo, muy condimentada). La sazón, el medio utilizado para cocinar - ghī, o mantequilla clarificada - y la gran atención que se les prestaba a la temperatura de cocina y a otros detalles, se combinaban para producir unos festines al paladar totalmente desconocidos por mí. Las opiniones de otras personas acerca de la comida, llamada prasāda (“la misericordia del Señor”), estaban de acuerdo enfáticamente con la mía. Un miembro del Cuerpo de Paz que además era un entendido en el idioma chino, estaba aprendiendo de Śrīla Prabhupāda a pintar al estilo hindú clásico. Yo me maravillé ante la alta caridad de sus primeros lienzos.
| | In philosophical debate and logic Śrīla Prabhupāda was undefeatable and indefatigable. He would interrupt his translating work for discussions that would last up to eight hours. Sometimes seven or eight people jammed into the small, immaculately clean room where he worked, ate, and slept on a two-inch-thick foam cushion. Śrīla Prabhupāda constantly emphasized and exemplified what he called "plain living and high thinking." He stressed that spiritual life was a science provable through reason and logic, not a matter of mere sentiment or blind faith. He began a monthly magazine, and in the autumn of 1966 The New York Times published a favorable picture story about him and his followers. Shortly thereafter, television crews came out and did a feature news story.
| | En lógica y debates filosóficos, Śrīla Prabhupāda era invencible e infatigable. Él interrumpía su trabajo de traducción para enfrascarse en discusiones que duraban hasta ocho horas. A veces siete u ocho personas se apiñaban dentro del cuarto pequeño e inmaculadamente limpio en el que él trabajaba, comía y dormía en un cojín de goma espuma de unos cinco centímetros de grosor. Śrīla Prabhupāda constantemente hacía énfasis y daba el ejemplo en lo que él llamaba “vida sencilla y pensamiento elevado”. Él hacía hincapié en que la vida espiritual era una ciencia que podía ser demostrada a través del razonamiento y la lógica, y no un asunto de mero sentimentalismo o de fe ciega. Él inició una revista mensual, y en el otoño de 1966, el New York Times publicó una favorable historia en fotografías acerca de él y sus seguidores. Poco después de eso se presentó un equipo de televisión, y los filmó como la historia principal de un noticiero.
| | Śrīla Prabhupāda was an exciting person to know. Whether it was out of my desire for the personal benefits of yoga and chanting or just out of raw fascination, I knew I wanted to follow his progress every step of the way. His plans for expansion were daring and unpredictable—except for the fact that they always seemed to succeed gloriously. He was seventyish and a stranger to America, and he had arrived with practically nothing, yet now, within a few months, he had single-handedly started a movement! It was mind-boggling.
| | Śrīla Prabhupāda era una persona que a uno le emocionaba conocer. Bien sea que yo estuviera movido por mi deseo de obtener beneficios personales del yoga y del canto, o sólo por pura fascinación, yo sabía que quería seguir de cerca su progreso en cada paso del sendero. Sus planes de expansión eran osados e imprevisibles - excepto por el hecho de que siempre parecían lograr el éxito gloriosamente. Él tenía unos setenta años, era un extraño para América, y había llegado sin nada prácticamente; y sin embargo, en unos pocos meses, ¡había comenzado por sí solo un movimiento! Era asombroso.
| | One August morning at the Second Avenue storefront temple, Śrīla Prabhupāda told us, "Today is Lord Kṛṣṇa's appearance day." We would observe a twenty-four-hour fast and stay inside the temple. That evening some visitors from India happened along. One of them—practically in tears—described his unbounded rapture at finding this little piece of authentic India on the other side of the world. Never in his wildest dreams could he have imagined such a thing. He offered Śrīla Prabhupāda eloquent praise and deep thanks, left a donation, and bowed at his feet. Everyone was deeply moved. Later, Śrīla Prabhupāda conversed with the gentleman in Hindi, and since what he was saying was unintelligible to me, I was able to observe how his every expression and gesture communicated to the very core of the human soul.
| | Una mañana de agosto en el templo del local de la Segunda Avenida, Śrīla Prabhupāda nos dijo: “Hoy es el día de la aparición del Señor Kṛṣṇa”. Observamos un ayuno de veinticuatro horas, y nos quedamos dentro del templo. Esa tarde llegaron algunos visitantes hindúes. Uno de ellos - prácticamente llorando - describió su ilimitado éxtasis al encontrar ese trozo de la auténtica India al otro lado del mundo. Nunca, ni en sus más extravagantes sueños, hubiera podido imaginarse algo así. Él le ofreció a Śrīla Prabhupāda una alabanza elocuente y un agradecimiento profundo, dejó una donación, y se postró a sus pies. Todo el mundo estuvo profundamente conmovido. Luego, Śrīla Prabhupāda conversó en hindi con el caballero, y como yo no entendía lo que estaba diciendo, pude observar cómo cada una de sus expresiones y gestos comunicaban algo que llegaba a lo más íntimo del alma humana.
| | Later that year, while in San Francisco, I sent Śrīla Prabhupāda his first airline ticket, and he flew out from New York. A sizable group of us greeted him at the terminal by chanting the Hare Kṛṣṇa mantra. Then we drove him to the eastern edge of Golden Gate Park, to a newly rented apartment and storefront temple—an arrangement very similar to that in New York. We had established a pattern. Śrīla Prabhupāda was ecstatic.
| | Posteriormente, en ese mismo año, mientras me encontraba en San Francisco, le envié a Śrīla Prabhupāda su primer pasaje de avión, y él voló hasta allá desde Nueva York. Un grupo bastante grande de nosotros le dio la bienvenida en el aeropuerto, cantando el mantra Hare Kṛṣṇa. Luego lo condujimos al extremo oriente del parque Golden Gate, a un apartamento y un local para tienda recién alquilados, este último para el templo - un conjunto muy similar al de Nueva York. Habíamos establecido un patrón. Śrīla Prabhupāda estaba extático.
| | A few weeks later the first mṛdaṅga (a long clay drum with a playing head on each end) arrived in San Francisco from India. When I went up to Śrīla Prabhupāda's apartment and informed him, his eyes opened wide, and in an excited voice he told me to go down quickly and open the crate. I took the elevator, got out on the ground floor, and was walking toward the front door when Śrīla Prabhupāda appeared. So eager was he to see the mṛdaṅga that he had taken the stairway and had beaten the elevator. He asked us to open the crate, he tore off a piece of the saffron cloth he was wearing, and, leaving only the playing heads exposed, he wrapped the drum with the cloth. Then he said, "This must never come off," and he began giving detailed instructions on how to play and care for the instrument.
| | Unas cuantas semanas después, llegó de India a San Francisco la primera mṛdaṅga (un tambor alargado, hecho de barro, con una cabeza de percusión en cada extremo). Cuando subí al apartamento de Śrīla Prabhupāda y le informé de ello, sus ojos se abrieron mucho, y con una voz emocionada me dijo que bajara rápidamente y abriera el embalaje. Me fui por el elevador, salí en la planta baja, e iba caminando hacia la puerta principal, cuando apareció Śrīla Prabhupāda. Él estaba tan ansioso de ver la mṛdaṅga que se había ido por la escalera y había llegado antes que el elevador. Nos pidió que abriéramos el embalaje, rasgó un pedazo de la tela azafrán que llevaba puesta y envolvió el tambor con él, dejando sólo expuestas las cabezas de percusión. Él dijo entonces: “Esto nunca debe salirse”, y comenzó a dar instrucciones detalladas de cómo tocar y cuidar el instrumento.
| | Also in San Francisco, in 1967, Śrīla Prabhupāda inaugurated Ratha-yātrā, the Festival of the Chariots, one of several festivals that, thanks to him, people all over the world now observe. Ratha-yātrā has taken place in India's Jagannātha Purī each year for two thousand years, and by 1975 the festival had become so popular with San Franciscans that the mayor issued a formal proclamation—"Ratha-yātrā Day in San Francisco."
| | También en San Francisco, en 1967, Śrīla Prabhupāda inauguró el Ratha-yātrā, el Festival de las Carrozas, uno de los diversos festivales que, gracias a él, la gente de todo el mundo observa hoy en día. El Ratha-yātrā se ha venido llevando a cabo anualmente en Jagannātha Purī, India, durante dos mil años, y para 1975 el festival se había vuelto tan popular entre los habitantes de San Francisco, que el alcalde de la ciudad proclamó formalmente: el “Día de Ratha-yātrā en San Francisco”.
| | By late 1966 Śrīla Prabhupāda had begun accepting disciples. He was quick to point out to everyone that they should think of him not as God but as God's servant, and he criticized self-styled gurus who let their disciples worship them as God. "These 'gods' are very cheap," he used to say. one day, after someone had asked, "Are you God?" Śrīla Prabhupāda replied, "No, I am not God—I am a servant of God." Then he reflected a moment and went on. "Actually, I am not a servant of God. I am trying to be a servant of God. A servant of God is no ordinary thing."
| | Para fines de 1966, Śrīla Prabhupāda había comenzado a aceptar discípulos. Él se apresuraba en señalarles a todos que debían pensar en él no como Dios, sino como sirviente de Dios, y criticaba a los supuestos gurus que permitían que sus discípulos los adoraran como Dios, “Esos 'Dioses' son muy baratos”, solía decir él. Un día, luego que alguien le preguntara:“¿Es usted Dios?”, Śrīla Prabhupāda respondió: “No, yo no soy Dios... yo soy un sirviente de Dios”. Luego reflexionó por un momento, y siguió hablando. “En realidad, yo no soy un sirviente de Dios. Estoy tratando de ser un sirviente de Dios. Un sirviente de Dios no es algo ordinario”.
| | In the mid-seventies Śrīla Prabhupāda's translating and publishing intensified dramatically. Scholars all over the world showered favorable reviews on his books, and practically all the universities and colleges in America accepted them as standard texts. Altogether he produced some eighty books, which his disciples have translated into twenty-five languages and distributed to the tune of fifty-five million copies. He established one hundred eight temples worldwide, and he has some ten thousand initiated disciples and a congregational following in the millions. Śrīla Prabhupāda was writing and translating up to the last days of his eighty-one-year stay on earth.
| | Para mediados de los años setenta, la traducción y publicación que llevaba a cabo Śrīla Prabhupāda se intensificó en forma dramática. Los eruditos de todas partes del mundo hacían llover comentarios favorables acerca de sus libros, y prácticamente todas las universidades y escuelas superiores de Norteamérica y del resto del mundo los aceptaban como libros de texto. En total, él produjo unos ochenta libros, que sus discípulos han traducido a treinta idiomas, y que han distribuido en una cantidad de ochenta y cinco millones de ejemplares. Él fundó ciento ocho templos alrededor del mundo, tiene unos diez mil discípulos iniciados, y una congregación de seguidores que alcanza los millones. Śrīla Prabhupāda escribió y tradujo hasta los últimos días de sus ochenta y un años de estadía en la Tierra.
| | Śrīla Prabhupāda was not just another oriental scholar, guru, mystic, yoga teacher, or meditation instructor. He was the embodiment of a whole culture, and he implanted that culture in the West. To me and many others he was first and foremost someone who truly cared, who completely sacrificed his own comfort to work for the good of others. He had no private life, but lived only for others. He taught spiritual science, philosophy, common sense, the arts, languages, the vedic way of life—hygiene, nutrition, medicine, etiquette, family living, farming, social organization, schooling, economics—and many more things to many people. To me he was a master, a father, and my dearmost friend.
| | Śrīla Prabhupāda no era tan sólo otro erudito, guru, místico, maestro de yoga o instructor de meditación, venido del Oriente. Él era la personificación de toda una cultura, e implantó esa cultura en Occidente. Para mí y para muchas otras personas, él era primero y principalmente alguien a quien verdaderamente le importaba trabajar por el bien de los demás, habiendo sacrificado por completo para ello su propia comodidad. Él no tenía vida privada, sino que vivía sólo para los demás. Él enseñó ciencia espiritual, filosofía, sentido común, bellas artes, idiomas, la forma védica de vida - higiene, nutrición, medicina, normas de etiqueta, vida familiar, agricultura, organización social, educación, economía - y muchas más cosas a mucha gente. Para mí era un amo, un padre, y mi más querido amigo.
| | I am deeply indebted to Śrīla Prabhupāda, and it is a debt I shall never be able to repay. But I can at least show some gratitude by joining with his other followers in fulfilling his innermost desire—publishing and distributing his books.
| | Estoy profundamente endeudado con Śrīla Prabhupāda, y es una deuda que nunca podré pagar. Pero al menos puedo manifestar en parte mi agradecimiento, uniéndome a sus demás seguidores para tratar de complacer su deseo más íntimo: la publicación y distribución de sus libros.
| | "I shall never die," Śrīla Prabhupāda once said. "I shall live forever in my books." He passed away from this world on November 14, 1977, but surely he will live forever.
Michael Grant (Mukunda dāsa)
| | “Yo nunca habré de morir”, dijo una vez Śrīla Prabhupāda. “Viviré por siempre en mis libros”. Él abandonó este mundo el 14 de noviembre de 1977, pero, con toda seguridad, vivirá por siempre.
Michael Grant (Mukunda dāsa)
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